martes, enero 25, 2011

A father's prayer


by General Douglas MacArthur

Build me a son, O Lord, who will be strong enough
To know when he is weak and brave enough to face himself when he is afraid;
One who will be proud and unbending in honest defeat,
And humble, and gentle in victory.

Build me a son whose wishes will not take the place of deeds;
A son who will know Thee – and that to know himself is the foundation stone of knowledge.
Lead him, I pray, not in the path of ease and comfort, but under the stress and spur of difficulties and challenge. Here, let him learn to stand up in the storm; here let him learn compassion for those that fail.

Build me a son whose heart will be clear, whose goal will be high, a son who will master himself before he seeks to master other men, one who will reach into the future, yet never forget the past.

And after all these things are his, add, I pray, enough of a sense of humor, so that he may always be serious, yet never take himself too seriously. Give him humility, so that he may always remember the simplicity of true greatness, the open mind of true wisdom, and the meekness of true strength.

Then I, his father, will dare to whisper, "I have not lived in vain."

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Dame oh Señor un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuando es débil
y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo.
Un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota honrada y humilde y magnánimo en la victoria.

Dame un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho;
un hijo que sepa conocerte a Tí y conocerse a sí mismo, que es la piedra fundamental de todo conocimiento.
Condúcelo, te lo ruego, no por el camino cómodo y fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos; ahí déjale aprender a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que fallan.

Dame un hijo cuyo corazón sea claro, cuyos ideales sean altos, un hijo que se domine a sí mismo antes que pretenda dominar a los demás. Un hijo que avance hacia el futuro, pero que nunca olvide el pasado.

Y después que le hayas dado todo eso agrégale, te lo suplico, suficiente sentido del humor, de modo que sepa ser siempre serio, pero que no se tome a sí mismo demasiado en serio.
Dale humildad para que pueda recordar siempre la sencillez de la verdadera grandeza,
la imparcialidad de la verdadera sabiduría y la mansedumbre de la verdadera fuerza.

Entonces yo, su padre, me atreveré a murmurar: "No he vivido en vano".





Cuando tenía como 13 o 14 años un profesor nos regalo a todos sus alumnos un CD de Enrique Rambal llamado "Cartas a mi hijo", donde venía este poema.

Desde que lo oí pensé que era justo lo que todo padre debería esperar de sus hijos, y aún más, lo que todo ser humano debe aspirar a ser.

Desde entonces mi misión en la vida es que mi papá pueda decir sin pensarlo dos veces esa frase: "no he vivido en vano".



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